La pérdida de un ser
exige una belleza redentora
y una pasión de tierra. Nos enseña
que es imperioso desear, confluir
en el deseo, estar unido a lo creado;
y, ahí, prevalecer, probar la fantasía
de retener sin nudos en el flash
de la profunda aurora, y, de los engaños
con piel de blanca estrella, defendernos
mostrando con soltura nuestra tímida piel.
exige una belleza redentora
y una pasión de tierra. Nos enseña
que es imperioso desear, confluir
en el deseo, estar unido a lo creado;
y, ahí, prevalecer, probar la fantasía
de retener sin nudos en el flash
de la profunda aurora, y, de los engaños
con piel de blanca estrella, defendernos
mostrando con soltura nuestra tímida piel.
(Fragmento de un libro inédito)